Creado por Megan Winslow, especialista en relaciones públicas para UF/IFAS.
Como elemento básico de las dietas basadas en plantas, como la dieta mediterránea, el aceite de oliva ha sido ampliamente elogiado por su capacidad para reducir el riesgo de enfermedades cardíacas. Sin embargo, un estudio publicado recientemente por University of Florida sugiere que otros elementos de esta dieta podrían desempeñar un papel aún más importante en la obtención de beneficios para la salud.
El estudio Recipe for Heart Health es el resultado de una colaboración entre investigadores del departamento de Ciencias de la Alimentación y Nutrición Humana de UF/IFAS, la División de Medicina Cardiovascular de UF y el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales. Publicado en el Journal of the American Heart Association, este estudio de nueve semanas evaluó a 40 adultos de entre 18 y 79 años durante 11 meses. Los participantes presentaban diversos factores de salud que los colocaban en riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular.
Durante el estudio, todos los participantes siguieron dietas veganas basadas en alimentos integrales y vegetales. Se les asignó aleatoriamente consumir ya sea una cantidad “baja” (menos de una cucharadita) o una cantidad “alta” (4 cucharadas) de aceite de oliva extra virgen (AOEV) cada día durante cuatro semanas. Después de un período de “limpieza” de una semana, los participantes cambiaron cantidades y siguieron el otro régimen de AOEV durante otras cuatro semanas.
El aceite de oliva cocido puede producir compuestos inflamatorios según la temperatura, por lo que se indicó a los participantes del estudio que consumieran aceite de oliva crudo. Muchos lo añadieron a los aderezos de las ensaladas y a las salsas. Los participantes se abstuvieron de comer productos animales y alimentos altamente procesados y refinados, optando en su lugar por consumir frutas enteras, vegetales, legumbres, cereales integrales, nueces y semillas. Aunque los investigadores promovieron el consumo de comidas nutricionalmente equilibradas, no controlaron el tamaño de las porciones ni la composición calórica de las comidas.
Ninguno de los regímenes era bajo en grasas; los participantes obtuvieron al menos el 30% de su energía de las grasas dietéticas. En contraste, en una típica dieta baja en grasas, estas contribuirían entre el 10 y el 15% de la energía total, aclaró Andrea Krenek, autora principal del estudio y nutricionista dietista registrada del departamento de Ciencias de la Alimentación y Nutrición Humana de UF/IFAS.
Durante la etapa alta en AOEV, los participantes obtuvieron la mayor parte de su grasa dietética del AOEV. En contraste, durante la fase de bajo consumo de AOEV, las grasas provinieron principalmente de fuentes vegetales enteras y no refinadas, como aguacates, nueces, semillas y aceitunas.
En comparación con los niveles iniciales, el consumo de cantidades altas y bajas de AOEV resultó en una disminución de los niveles de colesterol LDL, conocido como colesterol “malo” y que se asocia con enfermedades cardíacas. Sin embargo, los participantes experimentaron reducciones más significativas en el colesterol LDL después se seguir el régimen de bajo consumo de AOEV durante cuatro semanas.
El orden en que los participantes siguieron los regímenes fue igualmente significativo. Aquellos que comenzaron con el régimen de alto consumo de AOEV y luego pasaron al régimen de bajo consumo de AOEV experimentaron una disminución en los niveles de colesterol LDL. En cambio, los participantes que comenzaron con el régimen de bajo consumo de AOEV y pasaron al régimen de alto consumo de AOEV presenciaron un aumento en sus niveles de LDL en comparación con los valores al finalizar la fase de bajo consumo de AOEV.
“Este estudio sugiere que, si bien una dieta basada en alimentos integrales de origen vegetal con o sin aceite de oliva extra virgen puede reducir los factores de riesgo de enfermedades cardíacas en comparación con una dieta omnívora estándar, una menor cantidad de aceite de oliva extra virgen, junto con otras fuentes de grasa dietética integral, puede conducir a mayores reducciones del riesgo”, comentó Krenek.
Enfocarse en los alimentos integrales de origen vegetal y limitar aquellos que pueden incrementar los riesgos, como las carnes rojas y procesadas, los azúcares añadidos y las grasas saturadas, probablemente desempeñe un papel más significativo en los beneficios de las dietas basadas en plantas que el consumo exclusivo de AOEV, explicó.
Krenek también mencionó que su equipo planea utilizar los datos de este estudio para desarrollar investigaciones adicionales sobre cocina, calidad de la dieta, estado de ánimo y calidad de vida.
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Traducido al español por Luz Bahder luzdenia@ufl.edu
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